jueves, 25 de abril de 2013

Leyenda de la Virgen del Espino


Leyenda de la Virgen del Espino





Según se cuenta la Virgen del Espino se encontró en el siglo XVII , en el paraje denominado "Haza de la Virgen" dónde surgió el encuentro. La leyenda dice: trabajando dos labriegos jóvenes, ambos tenían una niña, uno de El Peral y el otro de Iniesta,  en una heredad para el mismo amo y estando desenmarañando la tierra de un ribazo de matas y raíces propias del terreno, encontraron debajo de una piedra un envoltorio, estos se sintieron presos de la ansiedad, pensando que tal vez pudiera ser un tesoro oculto, pero al deslizar la piedra dejaron a descubrimiento la figura de ... una muñeca. Repuesto del asombro, no se sabe que ocurrió después, los dos tenían niñas pequeñas, pero el destino optó que se la llevara a su casa el de Iniesta. 
El misterio de la leyenda nace en el momento en el que el de Iniesta, al echar mano en las alforjas en busca de la muñeca, descubrió que esta había desaparecido, al igual que empezó el misterio, creció la desconfianza entre los que tantos años, de amistad había unido. El de El Peral, no quería compartir jornal con el de Iniesta, que aunque había sido du mejor amigo le acusaba de robarle la "muñeca", que a pesar de llevarla atado al llegar a su casa no estaba en las alforjas, repitiéndose este hecho durante varios días.
Un día, el de Iniesta, entre desairado y violento le pidió a su vecino de El Peral que probara a traérsela a su casa para comprobar ese misterio, este que nada tenía de ladrón, presentía algo sobrenatural de esa "muñeca" que cada día seguía en el lugar que apareció. Una noche oyéndolo su mujer hablar con tanto cariño y ternura y viendo que el asunto tornaba  en su marido en obsesión, tuvo una premoción y le dijo: ve al piazo y tráela pronto a casa, cuando vengas, la Virgen tendrá preparado un altar. 
Así como estando ya acomodada en su humilde altar en casa del labriego, se oyó la palabra milagro cuando comprobaron que las flores de espino que llevaba en su mano varios días no se secaban, sino todo lo contrario, daban a la estancia una fresca fragancia, así fue como la llamaron "Del Espino" quedándose para siempre en nuestro querido pueblo El Peral.
FIN

De Alejandro Parreño Minaya

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